Palacio de Santa Cruz, una obra maestra: de cárcel de Corte a Ministerio de Asuntos Exteriores
Por sus galerías han desfilado jueces, condenados a muerte, verdugos y, más recientemente, diplomáticos y ministros
Por sus galerías han desfilado jueces, condenados a muerte, verdugos y, más recientemente, diplomáticos y ministros. Es el Palacio de Santa Cruz, uno de los edificios que mejor ejemplifican el estilo renacentista herreriano de la capital del reino, del conocido como Madrid de los Austrias, y que en la actualidad es la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación.
Una joya de la arquitectura que el rey Felipe IV mandó construir en 1629 para albergar la Sala de Alcaldes y Cárcel de Corte. “Hasta ese momento, los presos se alojaban en casas particulares. El reino pagaba a esos particulares una cantidad económica para su mantenimiento, pero el problema es que los presos se fugaban más veces de lo recomendable”, explica Enrique de Álvaro, Jefe del Área de Ceremonial de la Dirección General de Protocolo del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, cuyo cargo es casi tan amplio como su conocimiento acerca de la historia del edificio.
Las mazmorras se encontraban anexas al palacio, que se construyó como sede del poder judicial. En él disponían de salas los jueces “y el verdugo, que tenía su residencia en el despacho de mi jefa”, asegura Enrique de Álvaro.
Fantasmas y leyendas
Las condiciones de los presos distan mucho de las actuales, ya que apenas recibían alimento, pero podían mejorar dependiendo del estatus económico del reo, como cuenta De Álvaro: “Algún duque se hacía traer la comida y ropa limpia a la cárcel todos los días. Incluso alguna crónica cuenta que algunos presos se fugaban por las mañanas y volvían por las noches”.
Entre los presos ilustres que visitaron las mazmorras del Palacio de Santa Cruz se encuentran el bandolero Luis Candelas, el Duque de Híjar, el general Riego, encarcelado y ajusticiado por Fernando VII, y una larga lista de personajes de todas las clases sociales.
De esa época proviene la expresión castiza “dormir bajo el ángel”, que hace referencia a la estatua del arcángel San Miguel que corona la fachada del palacio, y que alude a pasar una noche en las celdas de la cárcel.
No son pocos los que aseguran que por los pasillos y estancias del palacio todavía resuenan los ecos de los grilletes de los presos, horas antes de ser conducidos hasta la contigua Plaza Mayor o hasta la Plaza de la Cebada para ser ajusticiados.
Ministerio de Ultramar
Desde el punto de vista arquitectónico, según Enrique de Álvaro, los elementos más destacados del palacio son los dos patios y la escalera central. Los artesonados de madera y otras decoraciones de las salas contiguas a los patios desaparecieron con el gran incendio que asoló el edificio en 1791.
A finales del siglo XIX, el Palacio de Santa Cruz pasará a albergar el Ministerio de Ultramar. En esa época se colocan sendas estatuas de Cristóbal Colón y Juan Sebastián Elcano en ambos patios. Aunque las estatuas ya no se encuentren en las dependencias palaciegas, los patios se conocen en la actualidad por los nombres de sus antiguos moradores de piedra.
Tras la pérdida de las colonias en 1898, los nuevos inquilinos del edificio serán los funcionarios del Ministerio de Estado, que continuarán hasta nuestros días bajo los diferentes nombres que adoptado la cartera de Ministerio de Asuntos Exteriores.
“Trabajar en este edificio tiene ventajas e inconvenientes”, confiesa el experto en protocolo. “Entre los inconvenientes, los relacionados con las nuevas tecnologías”. En un edificio con muros de metro y medio de espesor, el alcance de las redes inalámbricas, wifi o de telefonía móvil, presenta serias dificultades. Ese grosor de muros y los altos techos, además de los patios, no facilitan una adecuada climatización durante los meses de invierno.
“Pero la ventaja es que trabajas en un sitio incomparable”, reconoce De Álvaro.
Galería de antiguos inquilinos
Siguiendo la tradición de los ministerios de los distintos gobiernos de España, los titulares de la cartera de Asuntos Exteriores tienen su propio retrato al óleo en las dependencias del Palacio de Santa Cruz. El más reciente, el de José Manuel García-Margallo. Los cuadros se encuentran expuestos en las galerías de la ampliación más moderna del edificio, realizada en los años 50 del pasado siglo.
Enrique de Álvaro recuerda una anécdota al respecto. Un ministro de cuyo nombre no quiere acordarse no tenía tiempo (o voluntad) de posar ante el artista que le debía retratar, por lo que el modelo fue un ordenanza del Ministerio.
Para que estas y otras anécdotas sean conocidas por el gran público, el Ministerio ha abierto sus puertas a visitas de grupos y centros escolares. Una magnífica manera de que el patrimonio histórico y arquitectónico de la ciudad (así como los ecos de los antiguos inquilinos de las mazmorras) no se queden ocultos tras los muros de la antigua Cárcel de la Corte.
Comentarios
Publicar un comentario